Una tarde en Béhuard: cuando el Loira me regaló una isla

Cathédrale de Verdure

Hay viajes que se planean con tiempo, con mapas y guías en mano. Y hay otros que surgen de la nada, casi como un regalo inesperado. Mi visita a Béhuard, un pequeño pueblo en medio del río Loira, fue de esas segundas: una escapada improvisada un sábado por la tarde que terminó convirtiéndose en una de las experiencias más encantadoras de mi estancia en la región.

Cómo llegar

Tomé el tren desde la gare de Angers Saint-Laud hasta la estación de Savennières–Béhuard. El trayecto cuesta 3,60 € y dura menos de siete minutos. Desde la estación hay que caminar y cruzar el puente que conecta con la isla. Ya al poner un pie allí, la sensación es distinta: todo se vuelve más tranquilo y acogedor.

Calles que invitan a perderse

Béhuard es diminuto, con unos pocos cientos de habitantes. En el pueblo no circulan coches: los visitantes deben dejar sus vehículos en los aparcamientos a la entrada, y eso lo convierte en un lugar pensado para caminar despacio.

Las calles empedradas se entrelazan como si contaran historias antiguas. Las casas, con sus fachadas de piedra y pizarra, parecen resistir el paso del tiempo. Algunas están adornadas con flores que desbordan macetas y ventanas, otras guardan un aire discreto, casi austero. Hay un pequeño café y un restaurante, donde la vida se mueve al ritmo lento de la conversación y el buen vino.

La iglesia sobre la roca

En el centro se alza la iglesia Notre-Dame de Béhuard, construida literalmente sobre una roca. No es solo un edificio curioso, sino también un lugar cargado de historia y devoción. La historia de esta iglesia es inseparable del río. El Loira, a pesar de su belleza, puede ser caprichoso y brutal, con inundaciones que cubren la isla entera. Y ahí, desafiando las crecidas, se alza la iglesia.

Se dice que su origen está ligado a un gran peligro y a un voto real. La leyenda cuenta que en el siglo XV, el futuro rey Luis XI de Francia se encontró en una situación desesperada, quizás durante una de las temidas inundaciones. En medio del torrente, se encomendó a la Virgen María, haciendo una promesa: si se salvaba, le construiría una capilla en el lugar donde había encontrado refugio.

¡Y se salvó! Así, la iglesia de Notre-Dame de Béhuard se construyó por orden del rey a partir de 1469. Pero no es una iglesia cualquiera. Para asegurar que resistiera la furia del río, se edificó directamente sobre un peñasco de roca, un testigo geológico antiquísimo que sobresale del suelo de la isla. Cuando las aguas suben e inundan el pueblo, la iglesia permanece en alto, como un arca de piedra, visible desde lejos. De hecho, si entras, aún hoy puedes ver la roca maciza integrada en la arquitectura interior, como si el altar descansara sobre el corazón mismo de la isla.

Desde mucho antes de Luis XI, la isla ya era considerada un lugar sagrado. Se cuenta que el obispo San Maurilio de Angers ya había colocado una imagen de la Virgen en el peñasco en el siglo V, dándole al sitio su vocación de santuario.

Con la construcción de la iglesia real, la peregrinación se afianzó y se convirtió en una de las más importantes de la región de Anjou. A lo largo de los siglos, gente de todas partes ha caminado hasta esta isla para pedir la protección de Notre-Dame de Béhuard, especialmente por la seguridad en el río, pero también en busca de consuelo, esperanza y, según se dice, milagros. Era un peregrinaje de lo más singular, pues a menudo los peregrinos llegaban por el río, en barcazas, lo que le daba un aire todavía más poético y aventurero.

Los tiempos cambian, pero la tradición perdura. Si visitas Béhuard hoy en día, verás que sigue siendo un Santuario Mariano muy activo. Aunque su popularidad fluctuó a lo largo de los años, fue revitalizada notablemente en el siglo XIX.

El Loira y sus brazos

Lo que más me sorprendió fue poder caminar hasta el punto donde el Loira se divide en dos brazos. Desde allí, el paisaje es simplemente hipnótico: agua que fluye sin prisa, reflejando la luz de la tarde; aves que sobrevuelan las orillas; viñedos y campos que se extienden en la distancia. Es uno de esos panoramas que invitan a quedarse quieto, a dejar que el tiempo pase sin hacer nada más que mirar.

El vino y los alrededores

Los alrededores de Béhuard están rodeados de viñedos, parte de la denominación de origen Savennières, famosa por sus vinos blancos secos y elegantes elaborados con uva chenin blanc. Es fácil combinar la visita al pueblo con una degustación en alguna bodega cercana: una experiencia que completa el viaje con sabores tan intensos como los paisajes.

Una isla fuera del tiempo

Mi visita a Béhuard duró solo unas horas, pero me llevé la sensación de haber viajado a un rincón detenido en el tiempo. Un lugar donde la historia se mezcla con la espiritualidad, donde la naturaleza abraza cada rincón, y donde el ritmo de la vida parece bajar unos cuantos decibeles.

A veces, no hace falta ir muy lejos para descubrir un tesoro. Basta con dejarse llevar por la curiosidad y tomar un tren de siete minutos para llegar a una isla mágica en medio del Loira.

Guía práctica

  • Cómo llegar: tren desde Angers Saint-Laud hasta Savennières–Béhuard (7 min, 3,60 €). Desde allí se cruza el puente a pie. También se puede llegar en bicicleta o coche, pero el coche debe dejarse en los aparcamientos a la entrada.
  • Cuánto tiempo dedicar: una tarde es suficiente para recorrer el pueblo y dar un paseo por la isla.
  • Dónde comer: hay un café y un restaurante en el centro del pueblo; para más opciones, conviene regresar a Angers o a Savennières.
  • Qué ver:
    • Iglesia Notre-Dame de Béhuard (siglo XV).
    • Paseo hasta la bifurcación del Loira.
    • Calles empedradas y casas tradicionales.
  • Alrededores: viñedos de Savennières y bodegas para degustar vinos blancos.

Leer más…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

14 − 1 =