La conexión entre el ADN, la inflamación y el envejecimiento: Explorando los vínculos clave

En este artículo, exploraremos la fascinante conexión entre el ADN, la inflamación y el envejecimiento. A medida que avanzamos en nuestra comprensión de estos conceptos, se han descubierto vínculos clave que nos permiten vislumbrar cómo estos procesos interrelacionados pueden tener un impacto significativo en nuestro bienestar y longevidad. Acompáñanos en este viaje mientras profundizamos en la ciencia detrás de esta conexión y descubrimos las implicaciones que puede tener para nuestra salud y calidad de vida.

El ADN y las mutaciones genéticas.

El ADN, o ácido desoxirribonucleico, es una molécula compleja que se encuentra en el núcleo de las células de los seres vivos. Es considerado como la “molécula de la vida” debido a su papel fundamental en la transmisión de la información genética de una generación a otra, y determina las características y funciones de un organismo.

A los cambios o alteraciones en las secuencias de ADN se les conoce como mutaciones genéticas. Estas mutaciones pueden ocurrir de forma espontánea debido a errores durante la replicación del ADN, exposición a agentes mutagénicos o por otros factores externos y pueden ser beneficiosas, neutrales o perjudiciales para un organismo. Las mutaciones beneficiosas pueden proporcionar ventajas adaptativas, lo que permite a los organismos sobrevivir y reproducirse con mayor éxito en su entorno; las mutaciones perjudiciales pueden causar enfermedades genéticas o disminuir la viabilidad y la capacidad de reproducción de los organismos. Estas mutaciones tienden a eliminarse de la población a través de la selección natural.

No obstante, algunas mutaciones en nuestro genoma no son heredadas, si no que van apareciendo a lo largo de nuestra vida, ya sean causadas por errores espontáneos en la división celular o inducidas por agentes mutágenos como la radiación ultravioleta, el humo de tabaco o ciertos virus como el VPH 16. Estas se van acumulando, y a esta acumulación de alteraciones en nuestro material genético se le denomina daño celular, el cual es una de las principales causas del envejecimiento prematuro y algunas enfermedades que suelen aparecer en edades avanzadas.

Para visualizar mejor el proceso del envejecimiento, primero debemos saber qué son los cromosomas, y si tus clases de biología son sólo un recuerdo deformado, permíteme agitar tu memoria.

Los cromosomas son estructuras complejas en forma de X compuestas de ADN y proteínas que se encuentran en el núcleo de nuestras células. Son portadores de la información genética y contienen los genes que determinan nuestras características hereditarias. Cada célula humana normalmente tiene 23 pares de cromosomas, para un total de 46 cromosomas. Estas estructuras desempeñan un papel crucial en la transmisión de la información genética de una generación a otra y son fundamentales para el desarrollo y funcionamiento adecuado de nuestro organismo.

Las terminaciones de los cromosomas se llaman telómeros, unca secuencia de ADN especial que se encarga de proteger nuestro valioso material genético, y a medida que nuestras células de dividen y multiplican, los telómeros se desgastan y se van acortando. Esta pérdida está relacionada con el envejecimiento y aparición de enfermedades de mayor prevalencia en edades avanzadas, como las enfermedades cardiovasculares, diabetes, neurodegenerativas o el cáncer. Pero antes de que te alarmes, debes saber que hay factores internos y externos que aceleran o desaceleran el deterioro de los telómeros.

Aunque es cierto que existes personas suertudas que heredan genes que ralentizan el envejecimiento y logran engañar a su edad cronológica, a través de los buenos hábitos y una adecuada nutrición, podemos proteger nuestro ADN y disminuir el ritmo de envejecimiento y daño celular.

Inflamación

«La gente cree que hay que pisotear la inflamación en todo momento, pero desempeña un papel esencial en la curación y la reparación de lesiones para mantener el cuerpo seguro y sano. Un poco de inflamación es buena. Demasiada suele ser mala.»

 Robert H. Shmerling

La inflamación es un proceso biológico complejo que ocurre como respuesta del sistema inmunológico del cuerpo ante lesiones o infecciones. Es una parte crucial del sistema de defensa del organismo y tiene como objetivo principal proteger y reparar los tejidos dañados.

Cuando se produce una lesión o infección, las células del sistema inmunológico liberan sustancias químicas, como histaminas, prostaglandinas y citocinas, que desencadenan una serie de eventos en el área afectada. Estos eventos incluyen vasodilatación, aumento de la permeabilidad vascular y reclutamiento de células inflamatorias al sitio de la lesión.

Como resultado de estos procesos, se producen los síntomas típicos de la inflamación. El enrojecimiento se debe a la dilatación de los vasos sanguíneos, la hinchazón es causada por el aumento de líquido y células inflamatorias en el área afectada, el calor se debe al aumento del flujo sanguíneo y el dolor es resultado de la estimulación de las terminaciones nerviosas. Es importante tener en cuenta que la inflamación puede ser aguda o crónica.

La inflamación aguda es una respuesta temporal y generalmente desaparece una vez que la lesión o infección se ha curado.

La inflamación crónica puede persistir durante semanas, meses o incluso años, y está asociada con enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide o la enfermedad de Crohn.

Investigaciones han demostrado que la inflamación crónica está asociada a las enfermedades del corazón, la diabetes, el cáncer, la artritis y las enfermedades intestinales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, así como el envejecimiento prematuro, ya que el sistema inmune se siente constantemente bajo ataque, bombeando glóbulos blancos indefinidamente que comienzan a destruir nuestros tejidos sanos y el ADN de nuestras células. Infortunadamente, es difícil saber si tenemos inflamación crónica porque los síntomas son menospreciados, y las consecuencias sólo son visibles con el paso del tiempo; aun así, nuestro cuerpo nos da señales de que algo no está bien.

Síntomas de la inflamación crónica.

  • Fatiga constante
  • Insomnio
  • Depresión, ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo
  • Problemas gastrointestinales, como estreñimiento, diarrea y reflujo ácido
  • Úlceras en la boca
  • Fiebre
  • Erupciones en la piel y acné
  • Aumento de peso
  • Infecciones frecuentes
  • Dolor corporal

¿Qué empeora la inflamación crónica y el envejecimiento prematuro?

  • Episodios recurrentes o no tratados de inflamación aguda: infecciones no tratadas o recurrentes.
  • Obesidad: el tejido adiposo o graso es considerado actualmente un órgano endocrino, dado que segrega hormonas y proteínas, como las citoquinas inflamatorias, inductoras de respuesta inflamatoria.
  • Diabetes: el aumento de azúcar en sangre o hiperglucemia diabética, al ocasionar productos de glicación, es un perpetuador de la inflamación. A su turno, la inflamación crónica promueve asimismo la diabetes, generando así un círculo vicioso.
  • Alimentación inflamatoria: una alimentación con exceso de calorías, grasas saturadas y con una alta carga glucémica es uno de los factores más claramente asociados al incremento de la inflamación crónica, sobre todo si se asocia a la obesidad y a la diabetes.
  • Sedentarismo.
  • Tabaquismo: los productos de combustión del tabaco inducen la inflamación y la oxidación.
  • Alcohol.
  • Estrés (físico y psicológico): El aumento mantenido de la hormona cortisol, factor característico del estrés, se asocia a un patrón alterado del sueño y a sobrepeso, dos factores que potencian aún más la cascada inflamatoria.
  • Alteración del sueño: incluso en personas sanas la alteración del sueño incrementa los niveles de moléculas proinflamatorias, debido a la alteración del ritmo circadiano de la resolución inflamatoria. 

¿Cómo diagnosticar la inflamación crónica?

Actualmente no existe una única prueba que diagnostique la inflamación y sus causas, pero sí unos marcadores que te pueden dar un indicio de que algo está mal en tu organismo, mas no lo que está mal. Generalmente, cuando los médicos buscan inflamación, analizan algunos marcadores en la sangre, que incluyen:

  • Homocisteína.
  • TNF-α.
  • IL-6.
  • Proteína en suero electroforesis (PSE)
  • Proteína C reactiva (PCR)
  • Velocidad de sedimentación globular (VSG)

¿Cómo podemos disminuir la inflamación crónica y el envejecimiento prematuro?

Hasta ahora hemos visto que la inflamación crónica y el envejecimiento prematuro van de la mano. Cualquier sustancia o mal hábito que cause inflamación, dañará nuestro ADN, provocará mutaciones, acelerará el envejecimiento y aumentará el riesgo de enfermedades crónicas. Pero algunos cambios en nuestro estilo de vida y alimentación pueden reducir el desgaste de nuestro ADN.

  • Alimentación antiinflamatoria: una alimentación antiinflamatoria es rica en antioxidantes y grasas saludables como el Omega 3. Prioriza alimentos naturales como verduras y frutas, especias como el jengibre y la cúrcuma, fuentes de grasas como el salmón, aguacate, semillas de chía. Incluye también fibra, lo que te ayudará a eliminar los agentes tóxicos más rápido, y buenas fuentes de proteínas como el pavo, el pollo, el huevo y cortes de carne magra. Evita: los ultra procesados y refinados, bebidas alcohólicas y azucaradas, incluso las que dicen “sin azúcar”, aceites vegetales como el de canola, soya, maíz, girasol, y sobre todo la margarina. Estas fuentes de grasa son altamente tóxicas e inflamatorias. Ten en cuenta también cuáles alimentos te causan alergia o intolerancia, y elimínalos.
    Colócate el delantal, porque para cuidar tu alimentación debes saber cocinar.
  • Reducir el exceso de calorías: una dieta hipocalórica (si existe sobrepeso), facilita la producción de beta-hidroxibutirato, que bloquea el proceso inflamatorio y protege frente al cáncer, la demencia o la diabetes.
  • Cuidar la flora bacteriana: una flora intestinal saludable ha demostrado reducir la inflamación intestinal y general. No olvides que TODO lo que comes, influye directamente en la salud de tu intestino.
  • Ayuno intermitente: además de seguir una dieta antiinflamatoria, puntualmente se puede recurrir al ayuno, que también induce a la producción de beta-hidroxibutirato, y a la autofagia. La autofagia es un proceso celular en el cual las células se “comen” partes de sí mismas, como proteínas dañadas o componentes celulares viejos, para reciclarlos y mantener la salud celular. Este proceso ayuda a eliminar sustancias dañinas y promueve la regeneración celular.
  • Realizar ejercicio físico regularmente: puede disminuir los marcadores inflamatorios y su riesgo de enfermedad crónica.
  • Procurar un sueño de calidad: dormir las horas necesarias durante la noche es extremadamente importante. Los investigadores han descubierto que un sueño insuficiente favorece la inflamación, ya que no eliminas sustancias tóxicas del sistema neurológico.
  • Suplementación natural: existen determinados suplementos que ayudan a reducir la inflamación, como la quercetina, la boswellia, la cúrcuma, el jengibre, el aceite de pescado o el magnesio, entre muchos otros.
  • Reduce el estrés: si tu trabajo es una causa principal de estrés y no tienes manera de controlar la fuente, busca formas de contrarrestarlo. Medita, haz yoga, sal a caminar o asiste a terapia.
  • Abraza más y fortalece tus relaciones con familiares y amigos.

Referencias

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